Cuando hablamos de vinos, uno de los términos que más se repite es "reserva" y "gran reserva". Y sí, a todos nos ha pasado: de repente vemos una botella con esas palabras en la etiqueta, y casi por instinto, pensamos que estamos ante un vino de calidad superior. ¡Error! Hoy te voy a contar por qué estas etiquetas no siempre significan lo que creemos.
Primero lo primero: cuando vemos "reserva" o "gran reserva" en una botella, estamos ante una clasificación que tiene más que ver con el tiempo que el vino pasó en barrica y no tanto con la calidad intrínseca del vino. Claro, el marketing juega un papel importante en todo esto, y muchas veces las etiquetas pueden inducirnos a pensar que la palabra "reserva" es sinónimo de mejor. Pero no es así.
¿Qué significa vinos "reserva" y "gran reserva”?
En primer lugar, es importante entender qué significa cada término desde el punto de vista de la normativa española, que tiene reglas bastante estrictas en cuanto al uso de estas palabras. Aunque en Argentina también se usa el término “reserva”, lo que marca la diferencia es el tiempo de crianza en barrica, no necesariamente en botella.
*Reserva*: Según la normativa española, para que un vino sea denominado reserva, debe pasar al menos 12 meses en barrica (para los tintos) y 6 meses en botella antes de ser comercializado. Esto se traduce en que el vino ha tenido más tiempo de crianza en comparación con un vino joven, pero no necesariamente significa que sea de mayor calidad.
*Gran Reserva*: Aquí la exigencia aumenta. El vino tiene que pasar al menos 24 meses en barrica y 36 meses en botella antes de salir al mercado. Esto le otorga al vino una mayor complejidad, pero nuevamente, no garantiza que el producto sea mejor que un vino más joven.
¿Y qué tiene que ver con la calidad?
La calidad de un vino no depende exclusivamente de cuánto tiempo pasó en barrica. De hecho, los vinos más jóvenes, que no pasaron tanto tiempo en madera, pueden ser igual de deliciosos e incluso de mejor calidad para ciertas personas, ya que preservan más de los aromas y sabores primarios de la uva.
Lo que ocurre con los vinos de reserva y gran reserva es que, al tener más tiempo en barrica, su perfil aromático cambia. La crianza en madera les otorga notas más complejas, como vainilla, especias, o incluso un toque ahumado. Esto no significa que sean mejores, sino que tienen un carácter distinto.
El riesgo del marketing
Lo que muchas veces no nos cuentan es que la etiqueta “reserva” o “gran reserva” no asegura una mejor selección de uvas ni una mejor vinificación. Hay bodegas que deciden poner estas etiquetas a vinos que, aunque han pasado el tiempo mínimo en barrica, no cuentan con las características o calidad que podrían hacernos pensar. Es más, hay vinos más jóvenes que, por sus características organolépticas, pueden superar a algunos de reserva o gran reserva.
Además, no hay que olvidar que el tiempo en barrica tiene que ser manejado con cuidado. Si un vino pasa demasiado tiempo en madera, corre el riesgo de perder frescura o incluso de volverse demasiado tánico o sobrecargado de sabores. A veces, lo más importante es el equilibrio entre fruta, taninos y madera, no el tiempo que pasa en barrica.
¿Entonces qué hago al comprar vino?
Mi recomendación es que no te dejes llevar solo por el "reserva" o "gran reserva" en la etiqueta. Si lo que buscas es calidad, lo mejor es que te bases en las características organolépticas del vino: aroma, sabor, textura, equilibrio. Además, la experiencia personal juega un rol clave. Cada paladar es distinto, y lo que es considerado de alta calidad por muchos, a vos puede no gustarte tanto. ¡Y está perfecto!
Si querés un vino más fresco y frutal, no dudes en probar vinos jóvenes. Si te gustan los vinos con más complejidad, probá aquellos que tengan un poco más de crianza en barrica, pero sin que eso sea un criterio exclusivo para definir calidad.
La próxima vez que vayas a la vinoteca, recordá que las palabras “reserva” y “gran reserva” no son sinónimo de mejor vino. Son solo una indicación de tiempo de crianza, y no siempre eso se traduce en calidad. Por lo tanto, no dudes en preguntar, leer etiquetas y, lo más importante, probar. A veces el mejor vino no es el que tiene una etiqueta con esas palabras, sino el que te hace disfrutar al máximo de cada copa.
Así que ya sabés, la próxima vez que veas “reserva” o “gran reserva” en una botella, no te dejes engañar. La calidad está en el vino, no en el tiempo que pasó en la barrica.